Las empresas exportadoras facturan unos 380 mil millones de pesos al año pero el ajuste cae sobre los trabajadores, y especialmente sobre las trabajadoras. Sufren despidos, propios y de sus parejas. Son las que tienen las tareas más precarias y las remuneraciones más bajas, y casi nunca acceden a cargos jerárquicos.
Por Eugenia Langone
mlangone@lacapital.com.ar
El cordón industrial del Gran Rosario, que en su interior contiene al polo exportador sojero más importante del mundo y a complejos químicos y petroquímicos que fueron hasta fines del año pasado de los pocos sectores ganadores en una industria en picada, es una foto exacta del fenómeno de acumulación de riqueza más feroz del capitalismo, aquel que nunca derrama ni en las localidades que lo integran ni en los sectores populares, y mucho menos en el universo de mujeres trabajadoras.
En esta geografía donde las 13 principales empresas exportadoras facturan un total de casi 380 mil millones de pesos al año, los procesos de crisis y ajuste se sienten antes y más fuerte, pero también hacen distinción de género. En un mercado laboral históricamente copado por varones, la precarización nivela hacia abajo relegando a las mujeres a los puestos de trabajo más precarios, impidiendo el acceso a cargos jerárquicos y discriminándolas con remuneraciones más bajas.
Y para aquellas que no acceden al mercado laboral formal, condenándolas a empleos temporales, mal pagos o a las tareas domésticas no remuneradas.
Organizadas de cara al 8M, militantes de organizaciones feministas, sociales y políticas que integran la Asamblea para el Segundo Paro Internacional de Mujeres estimaron que la desocupación femenina en estas localidades ronda el 60 por ciento, una zona donde las contracaras de esa altísima concentración de riqueza son la pobreza, la violencia y la explotación sexual.
El escenario y el mapa laboral de las mujeres en esta zona no escapan a las desigualdades que las afectan en todo el país. Más de 300 mil mujeres con contratos a término y sin continuidad laboral, 4 millones sin obra social ni cobertura médica por su trabajo, mujeres con un promedio de ingresos de 12.300 pesos cuando el de los varones se acerca a los 17 mil, lo que marca una diferencia del 36 por ciento, según los últimos datos del Indec sobre distribución del ingreso en la Argentina para el tercer trimestre de 2017, son los números que marcan esa desigualdad.
En el Gran Rosario, las estadísticas oficiales son aún más reveladoras. La desocupación alcanza al 10,4% de las mujeres contra el 6,7% de los varones, casi cuatro puntos porcentuales más, y entre las más jóvenes (el rango etario hasta 29 años) la cifra de desempleadas trepa al 20% contra el 15,9% de los varones en esa franja.
«Es necesario que las mujeres de la región entiendan que tienen que cruzar los umbrales de sus casas para exigir sus derechos en este polo que mueve miles de millones», repite María Esther Denegri, integrante de Mujeres Autoconvocadas del Cordón Industrial. Cientos ya empezaron a hacerlo y el jueves enarbolarán sus reclamos a lo largo de los 80 kilómetros que separan Barrancas de Granadero Baigorria en dos caravanas que confluirán en un acto central en la Fábrica Militar de Fray Luis Beltrán, donde en diciembre pasado fueron despedidos 35 trabajadores, de los cuales tres eran mujeres. «La fábrica es el ícono del ajuste que está llevando adelante el gobierno nacional y que recae más crudamente sobre nosotras», asegura Florencia Reynoso, estudiante de trabajo social, militante social en el barrio El Ombú de Fray Luis Beltrán y militante feminista entre las autoconvocadas, esas mujeres que apenas un año y medio atrás comenzaron a reunirse tras participar del 31º Encuentro Nacional de Mujeres Rosario para comenzar a descentralizarse y trabajar «sobre las problemáticas específicas de la zona».
Allí, en un territorio productivo que mueve miles de millones y donde los hombres están al frente de las empresas, de los puestos jerárquicos y también de los sindicatos, son justamente los derechos laborales de las mujeres los que ocupan gran parte de la agenda y serán uno de los ejes centrales de este 8 de marzo.
«Si los despedidos son los varones eso también afecta a sus compañeras, que muchas veces sostienen doble jornada de trabajo»
Lo que trae la precarización
«Un gran número de mujeres no puede acceder a empleos en la zona, y si lo hacen están precarizadas u ocupando los puestos en áreas de limpieza y administración con las remuneraciones más bajas, porque la brecha laboral entre hombres y mujeres llega a ser del 30 por ciento», destaca la joven de 26 años, que apunta al recrudecimiento de la situación en los últimos meses no sólo con despidos de Fábrica Militar sino también en Cargill y el parate de la producción en Refinería San Lorenzo. Además «con la constante situación de achique que tienen las pequeñas y medianas empresas de la zona que no pueden sostener sus puestos de trabajo».
«Y si los despedidos son los varones eso también termina afectando profundamente a sus compañeras, que sostienen muchas veces doble jornada de trabajo y se ven más precarizadas aún», afirma Adriana Ramírez, militante feminista y docente en la Escuela Nº 6.033, donde escucha a diario que «las mamás de los alumnos que trabajan como empleadas domésticas no sólo trabajan en negro sino que, además, lo hacen menos días, hay cada vez menos changas y más chicos en el comedor».
De la mano de la precarización, destacan, viene el aumento de la violencia física, estructural y simbólica.
Víctima ella misma de una relación de abusos y golpes durante casi una década, Adriana, recalca los constantes casos de violencia que aparecen entre las madres de sus alumnos o incluso entre jóvenes y adolescentes.
«No hay contención de esas situaciones, no hay respuestas por parte de las comunas ni asistencias que estén a la altura de la cantidad de casos que se presentan», remarca la docente. Y coincide en que una de las contracaras más violentas en ese territorio de riquezas son los casos de explotación sexual y trata de mujeres que se dan en la zona.
«Invisibilizadas en todos los sentidos», reitera Florencia para describir la situación de muchas de las mujeres que habitan las localidades del Cordón, y a esas saldrán a buscar.
Desde Barrancas, pasando por Timbués y Oliveros, por San Lorenzo y Puerto San Martín, para llegar a las vecinas Granadero Baigorria y Bermúdez, ya se organizaron en una experiencia inédita que ya suma a varios cientos mujeres que este 8 de marzo paran y se hacen escuchar.